Miranda, la luna de Urano, podría albergar un océano de 100 km de profundidad
Miranda, una de las 27 lunas de Urano, tendría un
océano de 100 kilómetros de profundidad, según ha sugerido un equipo de
científicos de la Universidad de Johns Hopkins y de la Universidad de Dakota
del Norte. El estudio, publicado en The Planetary Science Journal, apunta que
el satélite del el planeta más frío del sistema solar tendría fuentes de agua
ocultas debajo de su superficie.
Con base a imágenes capturadas por la sonda espacial
Voyager 2 de la NASA, los investigadores sostienen que la presencia de un
océano bajo la corteza helada de Miranda podría ser la explicación más acertada
para los patrones de tensión observados en su superficie, así como para las
características geológicas únicas que presenta. Estos datos, según los autores,
son indicios que refuerzan la teoría de un océano oculto.
El análisis
de las imágenes capturadas por la sonda espacial Voyager 2 en 1986 ha jugado un
papel fundamental en este descubrimiento. Los investigadores examinaron
detenidamente el hemisferio sur de Miranda, caracterizado por una mezcla de
terrenos acanalados y accidentados. Esta “mezcolanza de terreno estriado estilo
Frankenstein”, como la describen algunos expertos, era difícil de explicar solo
con procesos geológicos superficiales.
El científico
planetario Tom Nordheim y su equipo desarrollaron modelos informáticos para
simular distintas composiciones internas de la luna y evaluar cuáles podrían
justificar las formaciones observadas en su superficie. Los resultados
revelaron que la explicación más aceptable es la existencia de un océano
profundo, de aproximadamente 100 kilómetros de profundidad, cubierto por una
capa de hielo de unos 30 kilómetros. Las fuerzas de marea generadas por la
interacción gravitacional entre Miranda y otras lunas cercanas de Urano habrían
producido suficiente energía térmica para mantener ese océano en estado líquido
hace entre 100 y 500 millones de años.
El descubrimiento de un océano en una luna tan
pequeña como Miranda es, según Nordheim, “increíblemente sorprendente”. Este hallazgo
refuerza la hipótesis de que varias lunas del sistema solar exterior podrían
ser mundos oceánicos. Lunas como Europa y Encélado, ligadas a Júpiter y
Saturno, respectivamente, ya han demostrado poseer océanos subterráneos, pero
la posibilidad de que un cuerpo celeste en el remoto entorno de Urano pueda
haber sostenido agua líquida es particular.
Los
investigadores creen que, aunque el mecanismo que mantenía caliente el interior
de Miranda parece haberse detenido tras la pérdida de su resonancia orbital con
otras lunas, el proceso de expansión que experimentaría al congelarse
completamente no se ha detectado. Esto sugiere que el océano podría no haberse
solidificado por completo. “No sabemos lo suficiente sobre los satélites de
Urano para afirmar si podrían albergar vida, pero comprender los factores que
permiten la existencia de océanos subterráneos es un paso esencial”, comentó el
investigador Caleb Strom.
A pesar de los avances significativos que
representan las investigaciones basadas en las imágenes de la Voyager 2, los
científicos resaltaron la necesidad de una misión específica a Urano para
obtener más datos. “Estamos aprovechando al máximo las imágenes de la Voyager
2, pero queda mucho por descubrir”, señaló Nordheim. Nuevas exploraciones
permitirían confirmar si el océano en Miranda todavía existe y determinar si
esta y otras lunas de Urano tienen las condiciones necesarias para sustentar
vida.
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