El espacio de cinco dimensiones: la nueva frontera de la física
Un nuevo estudio demuestra que los fotones sí pueden afectarse entre ellos bajo ciertas condiciones, revalorizando el papel de partículas casi olvidadas y acercando la teoría a los datos del experimento de los muones
Un grupo de físicos
ha logrado demostrar que la luz puede interactuar consigo misma, un fenómeno
conocido como dispersión de luz por luz,
que hasta hace poco se consideraba casi imperceptible. El hallazgo, publicado
en la prestigiosa revista Physical
Review Letters, no solo desafía los fundamentos clásicos de la
óptica, sino que también podría ser clave para resolver uno de los mayores
enigmas de la física moderna: el desajuste entre las predicciones teóricas y
las mediciones experimentales del momento magnético del muón.
Una interacción que no debería existir
En la física
clásica, los fotones —las partículas de luz— no interactúan entre sí.
Por eso dos haces de luz pueden cruzarse sin alterarse mutuamente. Sin embargo,
en el mundo cuántico, esa regla no es tan rígida. En condiciones de energía
extrema, como las que se generan en el acelerador de partículas del CERN, la
teoría predice que dos fotones pueden afectarse mutuamente, generando
alteraciones sutiles mediadas por partículas virtuales que emergen y
desaparecen en el vacío.
Estas
partículas no pueden observarse directamente, pero sus efectos sí. Uno de esos
efectos es el que ahora se ha medido con más precisión gracias a una reevaluación del papel de los mesones tensoriales,
unas partículas compuestas por un quark y un antiquark con un tipo de espín
particular que hasta ahora habían sido subestimadas.
Mesones que reescriben las reglas
El equipo de
investigadores de la TU Wien (Universidad Técnica de Viena) ha demostrado que
estos mesones tensoriales, lejos de ser irrelevantes, tienen
un impacto decisivo en los cálculos teóricos que explican cómo
la luz se dispersa sobre sí misma. Su contribución no solo es significativa,
sino que tiene el signo opuesto al que se creía hasta ahora, lo que altera
profundamente el resultado total.
Este ajuste
tiene implicaciones directas en el estudio del momento magnético del muón, una
partícula similar al electrón pero 200 veces más pesada, cuyo comportamiento ha
desafiado durante años las predicciones del modelo
estándar de física de partículas.
Un modelo holográfico en cinco dimensiones
Para llegar a
estas conclusiones, los científicos utilizaron un enfoque teórico avanzado
conocido como QCD holográfica,
que traduce las interacciones cuánticas en un espacio de cinco dimensiones. En
este modelo, los mesones tensoriales se comportan como gravitones, lo que
facilita los cálculos y permite ajustar con mayor precisión la teoría a los
resultados de los experimentos.
El estudio
concluye que estos mesones contribuyen en torno
al 12 % de una restricción clave del modelo estándar, y
combinados con otros mesones, el ajuste total alcanza el 93,4 %. Con pequeños
ajustes adicionales, podría llegar al 98 %, cerrando una discrepancia que ha
inquietado a la física durante décadas.
El vacío cuántico que no está vacío
El estudio
también ofrece una reflexión fascinante sobre la naturaleza del vacío en la
mecánica cuántica. En este marco, partículas
virtuales “existen y no existen al mismo tiempo”, una paradoja
que no es un error, sino una consecuencia real del principio de incertidumbre.
Estas entidades, aunque no pueden detectarse directamente, dejan huellas
medibles en los sistemas que atraviesan.
Este nuevo
trabajo no solo refuerza la validez del modelo estándar, sino que también abre
nuevas vías para explorar una física aún desconocida, en la que la luz puede hablar con la luz y revelar verdades ocultas en las
sombras del vacío cuántico.
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