Las pirámides egipcias pudieron construirse con máquinas propulsadas por agua
Una nueva investigación sugiere que la estructura de Gisr el-Mudir no tenía fines rituales ni defensivos, sino que funcionaba como una compleja presa para canalizar agua y facilitar la construcción de la pirámide escalonada de Saqqara
La
arqueología vuelve a sacudir los cimientos del conocimiento tradicional sobre
el Antiguo Egipto. Una reciente investigación liderada por Xavier Landreau, del
Instituto de Investigación Paleotécnico de París, ha arrojado luz sobre uno de
los monumentos más enigmáticos del yacimiento de Saqqara: el inmenso recinto de
Gisr el-Mudir. Esta estructura, hasta ahora envuelta en misterio, podría haber
sido en realidad una gigantesca instalación hidráulica destinada a captar y gestionar
el agua de los uadis cercanos, lo que cambia por completo su interpretación
histórica.
Según el
equipo investigador, Gisr el-Mudir no fue un templo ni una muralla defensiva,
sino una presa diseñada con el objetivo de canalizar las crecidas estacionales
hacia un sistema de tratamiento de agua que incluía un complejo “ascensor
hidráulico”. Este dispositivo habría facilitado el transporte de grandes
bloques de piedra necesarios para la construcción de la pirámide escalonada de
Djoser, una de las más antiguas del país. “La investigación ha permitido
descubrir una presa, una instalación de tratamiento de agua y un ascensor
hidráulico que habrían hecho posible levantar la pirámide de Saqqara”, explica
Landreau, quien destaca el carácter revolucionario del hallazgo.
Más allá de
lo puramente técnico, el estudio plantea que el agua no solo fue un recurso
vital para la vida cotidiana, sino también una fuerza motriz para la
arquitectura monumental. Las excavaciones revelan canales y compartimentos
conectados que permitían el flujo controlado de agua entre distintos niveles,
desplazando sedimentos y generando presión para activar un mecanismo que
empujaba los bloques hacia arriba. El proceso, comparado por Landreau con el
funcionamiento de un volcán en ciclos de llenado y vaciado, habría logrado
ascender piedras de gran tonelaje a lo largo de un recorrido de hasta 28
metros.
Este
descubrimiento supone una ruptura con la narrativa clásica de rampas y trabajo
manual como únicos métodos constructivos en las grandes pirámides. Si se
confirma, abriría una nueva línea de investigación centrada en la ingeniería
hidráulica en el Antiguo Egipto, un aspecto hasta ahora subestimado por la
egiptología convencional. “Es realmente una instalación gigantesca y demuestra
que el agua era el combustible empleado para la construcción de la pirámide”,
sentencia Landreau.
La estructura
de Gisr el-Mudir, que ya desconcertaba a los arqueólogos por su tamaño
desproporcionado y su función desconocida, encuentra ahora una posible
explicación que conecta geología, ingeniería y arquitectura. Esta hipótesis
podría redefinir no solo la historia de Saqqara, sino también la de otras
construcciones monumentales repartidas por el valle del Nilo. La comunidad
científica internacional ya ha mostrado su interés por replicar los modelos
presentados y contrastarlos con hallazgos en otros yacimientos.
Aunque
todavía queda camino por recorrer para validar de forma definitiva esta teoría,
el trabajo de Landreau y su equipo ha colocado sobre la mesa una alternativa
sorprendente y coherente, que invita a mirar las pirámides con nuevos ojos. En
vez de ser únicamente símbolos funerarios, podrían haber sido también el fruto
de una tecnología hidráulica tan avanzada como olvidada.
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