La Cueva de los Tayos, la puerta al inframundo que fascinó a Neil Armstrong
La Cueva de los Tayos se encuentra en la República
del Ecuador, en la provincia de Morona Santiago, Cantón Limón Indanza, en la
zona montañosa irregular llamada Cordillera del Cóndor. Debe su nombre a ser el
hábitat de aves nocturnas llamadas tayos (Steatornis caripensis), que habitan
en numerosas cuevas en las selvas andinas de América del Sur.
Ubicación
La Cueva de los Tayos está ubicada en la selva alta
virgen a 2 km al sur del Rio Santiago y 800 metros al oriente del Río Coangos
(Kuankus); según última medición en 2012 con altímetro GPS, está a 539 m sobre
el nivel del mar. La cueva está situada en las tierras que pertenecen en la
actualidad a los Indígenas Nativos del Centro sindical Kuankus (Coangos) -
cuevas de los Tayos, y forma parte del territorio independiente de los Shuar
Arutam.
Las ciudades más cercanas son General Plaza, Mendez
y Santiago. El ingreso se lo realiza bajo el permiso de la corporación Cueva de
los Tayos en Kuankus Hay algunas alternativas para llegar a la cueva:
A pie o caballo, desde el pueblo Yukiantza; existe
un puente de madera sobre el río Namagoza, el cual se debe cruzar, seguido de
una subida de 300 m y un descenso posterior hasta el Río Zamora. Aquí existe
otro puente de madera seguido de un camino de 8,5 km hasta Coangos.
Descripción
El acceso principal a la cueva consiste de un túnel
vertical llamado la Chimenea. La boca o entrada es de 2 m de ancho y 15,6 m de
largo en la abertura, y tiene aproximadamente 63 m de profundidad. La bajada
desde el punto donde se inicia el descenso es de 90 grados en vertical y tiene
48.9 m, con un desnivel de -200 md. El descenso solo se puede realizar
utilizando una cuerda para escalar, arnés y descendedores (cada persona deberá
llevarlos por su propia seguridad). Una vez que se ha descendido por la
chimenea, uno se encuentra en un espacio gigante de 7,8 metros de ancho y 68
metros de largo. Luego de avanzar 20 metros hacia el Este, se presenta otra
pequeña bajada de 5,6 m de altura, para definitivamente entrar a los diversos
túneles que miden un total de 17,9 km, de cuales 4,9 han sido explorados hasta
la fecha.
Luego de descender la segunda bajada, se encuentran
unas formaciones que parecen estructuras arquitectónicas, como por ejemplo una
puerta gigante, unas paredes y un túnel geométrico creados por la erosión del
agua. De inmediato se continua a una sala grande o galería que tiene un largo
de 2,9 km con aproximadamente 50 metros de ancho, y mantiene una altura
promedio entre 15 a 35 metros.
Las formaciones de piedra, contienen ángulos rectos
y acabados con formas simétricas y muy lisos, lo que a simple vista da la
impresión de que hubiese sido creado por el hombre. La formación de la cueva se
debe en gran parte a la acción del agua filtrada en el manto de roca caliza, lo
que ha provocado impresionantes formaciones de estalactitas, estalagmitas y
estalagnatos.
Ocupación de
la cueva
Los humanos más antiguos que se albergaron en estas
cuevas datan del Paleolítico superior (48 000–12 000 años A.C.) donde la cueva
brindó protección durante los finales de la glaciación. Aproximadamente 9000
años A.C. estos humanos abandonan la cueva por el mejoramiento de clima y se
dirigen hacia el sur situándose en la parte costera del Perú y el norte de
Chile.
En la época del Neolítico (Edad de piedra reciente)
la cueva vuelve a ser habitada a partir de los 3000 años A.C. por una
civilización Pre-shuar, esta ya usaba artefactos de cerámica, lo que comprueba
la Universidad de Múnich en una datación por carbono-14.
Aproximadamente alrededor de 1500 A.C. empiezan los
primeros shuar a situarse en la zona y se mezclan con los aborígenes de la
cueva. Se tiene registro que hasta 500 D.C. la cueva es habitada. Desde ahí
hasta 1900 se practican cazas de los tayos una vez al año. Los shuar ven la
cueva con mucho respeto y creen que ahí descansan los espíritus de sus
ancestros.
Exploraciones
y popularización en el siglo XX
La caverna, con entrada principal a una altitud
aproximada de 540 metros, fue usada desde la antigüedad por los originarios
locales Shuar que descendían cada primavera con escaleras y antorchas para
capturar las aves mencionadas. Las referencias escritas sobre la cueva se
remontan hasta 1860 y es sabido que fue objeto de visitas por buscadores de oro
y personal militar ecuatoriano en la década de 1960.
El sacerdote salesiano y documentalista italiano
Carlos Crespi Croci tuvo conocimiento de la Cueva de los Tayos desde la década
de 1920, debido a que se realizó un documental sobre los originarios Shuar en
1927. Una serie de piezas que al decir de Crespi le fueron acercadas por
miembros de la comunidad Shuar, fueron guardadas en el Museo Privado de Carlos
Crespi Croci en Cuenca. De tales objetos Shuar y pre-shuar solo quedan algunas
fotografías y vídeos, ya que la mayor parte de estos fueron vendidos y otros
hurtados en el incendio de 1962. Después de la muerte del cura salesiano en
1982, estos objetos desaparecieron del convento salesiano de Cuenca.
En publicaciones de índole ocultista se ha aseverado
que la masonería de varios países se habría interesado en la época en encontrar
la fabulosa biblioteca metálica que un autor húngaro-argentino, János Juan
Móricz (1923–1991),8 pretende haber encontrado en la cueva en los años
sesenta; este pretendido hallazgo fue luego popularizado por el escritor suizo
Erich von Däniken en su libro Oro de los Dioses. Asimismo un grupo de mormones
llegó a creer que tales planchas metálicas, que están descritas en el libro del
Profeta Joseph Smith son justamente las que existieron según Moricz en la
Caverna Subterránea, ya que el Ángel Moroni que menciona el libro de Smith,
lleva el nombre que semeja a la provincia donde está ubicado la cueva: Morona
Santiago.
A raíz de esto se llevó a cabo una serie de
expediciones al lugar, la más conocida organizada en 1976 por el aventurero
escocés Stan Hall, que incluyó al exastronauta y primer hombre en pisar la Luna
Neil Armstrong, algunos personajes de la arqueología e investigación y el
Ejército Ecuatoriano. Esta expedición realizó una exploración detallada de la cueva
que duró aproximadamente una semana. Luego, siguieron más expediciones con
menor frecuencia. La última expedición fue en el año 2012, por el explorador
polaco Yoris Jarzynski, la cual concluyó que la formación de la cueva es de
origen natural (geológica).
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