No, no es la Luna

 

Para empezar, todos los planetas del sistema solar nos muestran fases, pero ésta es más apreciable en los planetas interiores, esto es, los que su órbita se ubica entre la de la Tierra y el Sol, y de entre ellos, Venus es donde mejor podemos apreciarlo. Fue allá por diciembre de 1610 cuando Galileo ya apreció las fases de Venus, dando un paso más hacia la consolidación del heliocentrismo en detrimento del geocentrismo.

Venus, por ser un planeta interior, siempre se nos muestra cercano al Sol por lo que lo observamos al anochecer, al amanecer, o simplemente, no lo vemos por estar en fase de “nuevo” -entre el Sol y la Tierra- o en fase de “lleno” -tras el Sol bajo nuestra perspectiva-.

Comenzando por el punto en el que Venus se muestra en fase de lleno, esto es, tras el sol en el punto de conjunción superior. Desde aquí Venus comienza a verse antes del amanecer en forma de lucero matutino, alcanzando en el punto de máxima elongación Este una altitud sobre el horizonte de 48º.

Desde la máxima elongación Este, va perdiendo día a día altitud hasta situarse alineado entre la Tierra y el Sol en la posición de conjunción inferior, quedando en fase de nuevo.

Desde este punto y con el paso de los días, comienza a verse poco después del anochecer en forma de lucero vespertino llegando al punto de máxima elongación Oeste hasta una altitud de 48º sobre el horizonte, y desde aquí, pasa a perder altitud hasta llegar a la fase de lleno, volviendo a repetirse el ciclo.

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