Mokele-mbembe, la leyenda del dinosaurio perdido en las selvas del Congo

 

El Mokèle-mbèmbé (en lingala: el que detiene los ríos), también conocido como mbulu-embembe en Camerún, nyamala y amali en Gabón, es una bestia común de la mitología de varias culturas del África Central; principalmente pigmeos. 

Mayoritariamente se la ubica en los pantanos del río Likouala-aux-Herbes en la República del Congo. En la República Centroafricana recibe diversos nombres: los banziris le llaman songo, los bandas, badigui («diablo acuático»). En el distrito de Birao recibe el nombre de guanerú, en Baya se le llama diba.

La presunta existencia real de la criatura es objeto de debates entre criptozoólogos.

Los relatos y la tradición oral de varias tribus africanas lo describen de manera variable o errática, a veces como un animal de color gris parduzco y de tamaño superior al de un elefante, de unos 4 a 6 metros de alto y 5 a 10 metros de largo. En otras ocasiones su tamaño no supera al de un hipopótamo. Otros lo describen como un saurópodo. Alegan que tiene el cuello largo y flexible  y un solo diente, aunque muy grande; otros relatos aseguran que se trata de un cuerno. Unos pocos hablan de una cola musculosa como la de un caimán.  Vive en los ríos y trepa a las orillas en pleno día para buscar alimento. Sus huellas se parecen a las del hipopótamo, aunque son mayores y palmeadas; según algunos exploradores, son circulares, del tamaño de una sartén, con tres dedos. Su dieta estaría compuesta mayormente por vegetales, aunque hay reportes de que cazarían humanos e hipopótamos.  Es interesante notar que hay una pequeña población de estos últimos en los pantanos del río Likouala.

Las historias sobre el Mokèlé-mbèmbé son aparentemente un antiguo componente de la tradición oral de varias tribus africanas, entre ellas la de los pigmeos. Los pescadores nativos muestran una especial aversión a ciertas zonas pantanosas en donde se cree que habita la criatura, en vista de su presunta habilidad para cazar humanos.

Recientemente se dio a conocer un relato que describe una supuesta matanza en 1960 de un ejemplar de mokèlé-mbèmbé en las cercanías del Lago Télé. Según esta historia, un grupo de pigmeos de la zona pantanosa del Likouala construyó una pared para mantener a estas criaturas a raya. Una de ellas pudo atravesar la barrera, lo que originó la feroz respuesta de los nativos. William Gibbons (ver enlaces externos) señala: "(El) Pastor Thomas [quien conocía a los nativos] también mencionó que dos pigmeos imitaron los gritos del animal mientras era atacado y lanceado... más tarde se celebró un festín por la victoria, durante el cual partes del animal fueron cocinadas y consumidas. Sin embargo, aquéllos que participaron de la fiesta eventualmente murieron ya fuera por envenenamiento alimenticio o por causas naturales. En todo caso, debe subrayarse que los pigmeos rara vez viven más de 35 años, y que las mujeres de la etnia dan a luz desde los doce años. Algunas personas también cree que la mitificación (poderes mágicos, etc.) relacionados con Mokele-mbembes (sic) empezó con este incidente."

Si bien los relatos de un animal viviendo en las aguas del lago Telé se remontan a varios siglos atrás, la idea de que ese animal pudiera ser un dinosaurio solo aparece a partir del siglo XX en paralelo con el mismo concepto del monstruo del lago Ness. La creencia popular y todavía algunos pocos criptozoólogos, relacionan al animal con el Monstruo del lago Ness, o algún tipo de dinosaurio, una reliquia viviente posiblemente del clado sauropoda que habría sobrevivido la extinción del Cretácico debido a condiciones sui generis de la cuenca del Congo. Esta idea es bienvenida por algunos creacionistas como sustento de su concepción, pero rechazada de plano por la mayoría de los científicos, e incluso por muchos criptozoólogos. Resulta que, para asegurar una especie saludable, sostenida a través de casi 65 millones de años, y de animales realmente grandes, tendríamos que considerar la existencia, como mínimo, de una población de cientos de individuos con abundante comida a su disposición. Y ningún cuerpo de agua dulce podría sostener ese tipo de población. Al menos no por los 65 millones de años en que, supuestamente, se ha mantenido la especie.

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