Hallan sistemas montañosos en los anillos de Saturno
Los anillos de Saturno son un sistema dinámico, en
constante cambio y evolución. Solemos imaginarlos como algo estático, fijo,
inamovible (más allá de su órbita alrededor del gigante gaseoso). Las
observaciones de las últimas décadas, que alcanzaron un nivel de detalle sin
precedentes con la visita de la sonda Cassini, nos han mostrado que esto no es
así.
En primer lugar pensamos que los anillos de Saturno
se formaron hace relativamente poco tiempo. Según observaciones realizadas con
telescopios situados tanto en tierra firme como en órbita alrededor del
planeta, estos anillos deberían tener no más de 100 millones de años de
antigüedad. Además, se ha observado un flujo constante de material que cae
hacia Saturno, lo cual nos indica que los anillos no durarán más de 300
millones de años, tal vez incluso menos.
Pero además de verse afectados por el planeta al que
rodean, los anillos de Saturno también se ven influenciados por las lunas que
orbitan al planeta. Algunas de ellas llegan a orbitar dentro de los propios
anillos, creando huecos en estos, como los conocidos como huecos de Encke y
Keeler, situados en el anillo A de Saturno. Estos huecos no son más que eso,
partes del anillo especialmente vacías del polvo y hielo que compone al resto
de estructuras que lo forman. El hueco de Encke lo crea la luna Pan, mientras
que el hueco de Keeler, lo crea la luna Daphnis.
Ambos satélites son pequeños, teniendo Pan un tamaño
de entre 20 y 30 kilómetros y Daphnis un tamaño en torno a los 7 kilómetros.
Esta diferencia en tamaño es responsable también de la diferencia en anchura de
los huecos que forman. Mientras que el hueco de Encke tiene unos 325 kilómetros
de grosor, el de Keeler tiene tan solo 42 kilómetros de anchura. A este tipo de
lunas, que controlan y distribuyen las partículas de polvo que forman los
anillos se las conoce como lunas pastoras, en referencia a cómo un pastor
controla a su rebaño de ganado.
Pero las lunas pastor no solo limpian los anillos de
Saturno, creando huecos en ellos, sino que también son capaces de perturbar y
crear estructuras en los límites de esos huecos. Un claro ejemplo de esto son
las ondas creadas por Daphnis en los anillos que se encuentran a ambos lados
del hueco de Keeler. Estas ondas tienen una componente horizontal, paralela al
plano de los propios anillos, provocada por el paso de la luna por la región.
Estas ondas se adelantan al paso de Daphnis en la parte interior de su órbita y
se retrasan en la parte exterior, por las diferencias en la velocidad de sus
órbitas. Los objetos más cercanos a Saturno orbitarán más rápido que los más
lejanos, provocando este efecto.
Además, tienen una componente vertical, debido al
hecho de que Daphnis no orbita en exactamente el mismo plano que los anillos,
de forma que su perturbación se extiende también hacia arriba y hacia abajo. La
altura de estas ondulaciones puede llegar hasta el kilómetro y medio, una
distancia considerable teniendo en cuenta que el grosor medio de los anillos de
Saturno es de 10 metros aproximadamente.
Pero las perturbaciones del polvo que forma estos
anillos que resultan más impresionantes son las que se observan en las afueras
del anillo B (que a pesar de lo que podría parecer se sitúa por dentro del
anillo A). Estas no tienen el aspecto de ondas, con valles y crestas ordenados,
como los creados por Daphnis, sino que son completamente irregulares. La causa
exacta de esta especie de montañas anulares no está del todo clara, aunque se
cree que podrían deberse a la presencia de varias sublunas dentro de los
propios anillos.
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