Descendemos de esponjas de mar

 

"Nuestro trabajo pone a las esponjas en el centro del escenario para dilucidar la evolución del sistema nervioso". Con estas palabras el investigador del Laboratorio Europeo de Biología Molecular, Jacob Musser, resume el nuevo estudio que, liderado por él mismo y bajo el título Profiling cellular diversity in sponges informs animal cell type and nervous system evolution se publica esta semana en la revista Science.

Y es que sus hallazgos apuntan a que las células involucradas en la regulación de la alimentación y el control del entorno microbiano de las esponjas podrían ser las precursoras de una comunicación celular más avanzada en los animales. "Una de las preguntas centrales en nuestro laboratorio es cómo evolucionó por primera vez el cerebro animal. Los cerebros de los animales son inmensamente complejos. Sin embargo, las esponjas son interesantes porque surgieron en la evolución antes de que los animales desarrollaran cerebros. Estábamos muy intrigados cuando otros investigadores descubrieron por primera vez que las esponjas tienen muchos genes sinápticos en su genoma que en los humanos se utilizan para comunicarse entre neuronas", explica Detlev Arendt, coautor del estudio.

El origen evolutivo de las células metazoarias complejas -aquellas de seres vivos pluricelulares móviles, heterótrofos y constituidos por células diferenciadas y agrupadas en tejidos- especializadas y capaces de comunicarse directamente entre sí, es toda un incógnita.

.- A este respecto, los poríferos, también conocidos como esponjas de mar, se presentan como un caso muy paradójico, ya que, si bien se trata de organismos multicelulares, carecen de tejidos y órganos verdaderos, sistema nervioso, digestivo o circulatorio. Por todo ello, dependen del agua que fluye a través de sus cuerpos porosos para obtener alimentos, oxígeno y eliminar los desechos.

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