La primera pista de aterrizaje oficial de ovnis del mundo cumple 45 años
Quien parece no tener dudas sobre la existencia de ovnis es St. Paul, una pequeña localidad del oeste de Canadá que no alcanza los seis mil habitantes. Y es que desde hace más de cincuenta años está preparada para recibirlos. La población no destacaba por nada especial, más allá de su paisaje y de sus pequeñas producciones agrícolas, hasta el 3 de junio de 1967. Fue aquel día cuando, en el marco de las celebraciones del centenario del país, sorprendió al mundo con la inauguración de una infraestructura hasta entonces inexistente en ningún lugar del planeta: una plataforma de aterrizaje de ovnis.
El objetivo de la iniciativa era doble: atraer a
extraterrestres y a turistas interesados en la vida del más allá. El primero,
de momento no lo ha conseguido –no hay constancia de la presencia en
alienígenas en St. Paul en algún momento desde entonces-, pero el segundo, sí.
Numerosos turistas han viajado hasta este pueblo situado en la provincia de
Alberta, a 200 kilómetros al noreste de la capital, Edmonton, y a 500
kilómetros de Calgary.
La idea de levantar la pista fue, según todos los indicios, del entonces alcalde, Jules Van Brabant, y contó con la colaboración de empresarios locales que le facilitaron los materiales necesarios para su construcción, al ver en la iniciativa una forma de dar a conocer al mundo el nombre de St. Paul. Sin embargo, el apoyo definitivo vino de la mano del Gobierno de Canadá, que envió a Paul Hellyer, su ministro de Defensa Nacional, a la inauguración y declaró la localidad Capital del Centenario de Canadá.
Quines hoy visitan las instalaciones, que cuentan con la certificación oficial del Guinness World Records como la primera de aterrizaje oficial de ovnis del mundo, se encuentran con una estructura de 30 toneladas de hormigón totalmente plana sostenida por seis torres de 75 centímetros. En su interior descansa una cápsula del tiempo que será abierta el 3 de junio de 2067, cuando se cumplan cien años de su creación.
La parte trasera de la construcción luce un gran
mapa del país confeccionado en relieve con piedras procedentes de las diez
provincias que componen Canadá (Ontario, Quebec, Nueva Escocia, Nuevo
Brunswick, Manitoba, Columbia Británica Isla Príncipe Eduardo, Saskatchewan,
Alberta y Terranova y Labrador) y los tres territorios (Territorios del
Noroeste, Yukón y Nunavut), junto con las banderas de cada uno de ellos.
La plataforma fue en el momento de su construcción
–y continúa siendo hoy- un símbolo de unidad con un significado claro:
cualquiera es bienvenido a estas tierras. Y así reza una placa colocada junto
al complejo con un explícito mensaje: “El espacio situado bajo la primera pista
de aterrizaje de ovnis del mundo fue declarada internacional por la localidad
de St. Paul como símbolo de nuestra fe en que la humanidad mantendrá el
universo libre de guerras y de conflictos. Que los futuros viajes espaciales
sean seguros para todos los seres intergalácticos. Todos los visitantes de la
Tierra o de cualquier otro sitio son bienvenidos a este lugar y al pueblo de
St. Paul.”
Desde los años noventa, las instalaciones se
completan con un centro de interpretación de ovnis de carácter educativo
adyacente. En él, los visitantes pueden contemplar fotografías reales de fanis,
objetos misteriosos avistados en el cielo, patrones dibujados en cultivos,
sitios de aterrizaje, ganado mutilado, y objetos facilitados por el Center for
UFO Studies, fundado por el astrofísico, profesor y ufólogo estadounidense J.
Allen Hynek.
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