La capa de ozono se recuperará del todo antes de 2066
El 6 de mayo de 1985, los geofísicos Joe Farman,
Brian Gardiner y John Shanklin publicaron un artículo en la revista científica
Nature en el que se documentaba que la capa de ozono situada sobre la Antártida
se estaba reduciendo con rapidez, un fenómeno alarmante que podría tener
consecuencias directas no solo en los ecosistemas del planeta, también para
nuestra salud, y es que ese manto, también llamado ozonosfera, es la zona de la
estratosfera que protege el planeta de los rayos ultravioleta del sol. En
concreto, se calcula que absorbe entre un 97% y un 99% de la radiación solar.
Aquel descubrimiento puso en alerta a la comunidad
científica, que identificó el causante de este agujero: unos gases llamados
clorofluorocarburos (CFCs) que se descomponen al llegar a la estratosfera y
liberan átomos de cloro que destruyen el ozono. El problema era que estos gases
no eran difíciles de encontrar, sino más bien todo lo contrario, pues formaban
parte de grandes procesos industriales y estaban incluidos en artículos de uso
tan común como los cosméticos, los insecticidas y los aerosoles.
El peligro era tan evidente que solo dos años
después del descubrimiento, se firmó en Montreal un protocolo internacional que
prohibía el uso de estos componentes nocivos para la capa de ozono para
reemplazarlos por partículas inocuas para esta capa atmosférica. El acuerdo,
ratificado por todos los miembros de Naciones Unidas, fue el primer convenio
internacional vinculante que establecía una prohibición mundial para un
determinado tipo de sustancias. Casi 40 años más tarde, se ha demostrado que
también ha sido el acuerdo medioambiental más eficaz de la historia.
Ahora, un informe reciente publicado por el Programa
de Naciones Unidas par el Medio Ambiente, (UNEP) el último de los que publican
cada cuatro años el comité encargado de realizar el seguimiento del protocolo,
confirma que la eliminación progresiva del 99% de las sustancias prohibidas en
1987 ha ayudado a que la capa de ozono haya ido recuperándose progresivamente
en la estratosfera superior, reduciendo así nuestra exposición a la radiación
ultravioleta del sol.
Los científicos afirman que en 2066 la capa de ozono
de la Antártida se habrá recuperado a niveles de 1980
Los
científicos afirman que, si se mantienen las mismas medidas actualmente en
vigor, en 2066 la capa de ozono de la Antártida se habrá recuperado a niveles
que tenía en 1980, mientras que en el Ártico alcanzará su plena recuperación en
2045, un lustro más tarde que en el resto del mundo, cuya recuperación completa
se prevé para el año 2040.
Aunque el agujero de la capa de ozono no contribuye
directamente al aumento de la temperatura, las medidas acordadas en el
protocolo de Montreal han ayudado a reducir los efectos del calentamiento
global. Según datos publicados por Naciones Unidas, los acuerdos de Montreal
han ayudado a bajar 0,5ºC la temperatura media del planeta, y se espera que
reduzcan otros 0,5 hasta finales de 2100. El problema, según la comunidad
científica, es que algunos fluorocarbonos no prohibidos en Montreal, como los
hidrofluorocarbonos, son inocuos para la capa de ozono, pero dañinos para el
calentamiento global, de ahí que recientemente hayan sido incluidos en la lista
de sustancias prohibidas, según una nueva enmienda internacional que ha entrado
en vigor recientemente.
El protocolo de Montreal sigue más vivo que nunca
más de 35 años después de su firma, y es que el éxito de la medida va más allá
de sus efectos inmediatos. "Nunca se destacará lo suficiente hasta qué
punto el Protocolo de Montreal ha contribuido a la mitigación del cambio
climático. Esta norma se ha convertido en un verdadero defensor del medio
ambiente”, señaló Meg Seki, Secretaria Ejecutiva de la Secretaría del Ozono del
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
"El éxito obtenido gracias a la
eliminaciónprogresiva de las sustancias químicas que destruyen la capa de ozono
nos muestra lo que puede y debe hacerse ―con carácter de urgencia― para
abandonar los combustibles fósiles, reducir las emisiones de gases de efecto
invernadero y limitar, por lo tanto, el aumento de las temperaturas”, afirmó el
secretario general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Petteri
Taalas, en un comunicado. Sabemos qué hay que hacer, lo único que hace falta es
voluntad internacional para llevarla a cabo.
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