La NASA 'hackea' su mítica sonda Voyager 2 en su viaje hacia el infinito
La sonda espacial Voyager 2 se lanzó en agosto de 1977, es decir, hace ya más de 46 años. Inicialmente, estaba pensada para explorar los planetas del Sistema Solar más alejados del Sol (Júpiter, Urano y Neptuno) junto a su 'hermana gemela' Voyager 1, sin embargo, la NASA ha estado postergando su jubilación y ha llegado a convertirse en una sonda interestelar, llevando más allá de la heliosfera.
Gracias a la larga vida que está teniendo Voyager 2,
se han conseguido hacer grandes descubrimientos, como que el Sistema Solar no
tiene forma esférica, sino ovalada por el campo magnético interestelar del
espacio profundo. No obstante, pese a los intentos de los ingenieros por
mantenerla en funcionamiento, cada vez da más problemas. De hecho, en verano el
complejo de comunicaciones de la Red de Espacio Profundo, que se encuentra
distribuido en varios países entre los que destaca España, perdió su señal
varios días.
Ahora, la NASA ha modificado el software de la nave
para resolver dos problemas que dificultaban sus operaciones. Uno de los
inconvenientes era que confundían la ejecución de los comandos con Voyager 1 y
Voyager 2 y otro era la acumulación de residuo de combustible en sus tubos
estrechos de algunos propulsores.
La actualización de la programación y el software de
Voyager 2 por parte de la NASA permitirá que la antena de la sonda se desvíe
hasta un grado más con respecto a la dirección de la Tierra. Aunque un grado
parezca insignificante, la agencia espacial estadounidense espera que los
resultados se perciban en una reducción de los restos de propelente que se
acumulan en los conductos de los propulsores.
La acumulación de esta suciedad crece cada vez que
los propulsores se activan desde nuestro planeta para que la sonda siga su
trayecto al espacio profundo. Por lo tanto, los ingenieros saben que esto
provocará que llegue un día en el que Voyager 2 deje de funcionar, pero quieren
hacer todo lo posible por retrasar ese momento y esta acción espera que largue
su vida útil.
Con esta deviación de un grado, la sonda apuntará
con menos precisión a la Tierra y eso implica que se utilizarán menos los
propulsores. De este modo, habrá bits que puede que se pierdan, pero merecerá
la pena a cambio de alargar el funcionamiento de Voyager 2.
El año
pasado, el sistema de guiado de Voyager 1 comenzó a escribir comandos que
recibía en la memoria del ordenador de a bordo en lugar de ejecutarlos. Los
investigadores tardaron un tiempo en identificar el problema y, mientras tanto,
la nave seguía fallando.
Cuando la Voyager 1 o la 2 tienen un error, los
datos para determinar el problema llegan a la Tierra más de 18 horas más tarde,
puesto que se encuentran a más de 24.000 y 19.000 millones de kilómetros de
distancia respectivamente. Por ello, hay un gran riesgo de que el parche
enviado desde aquí sobrescriba código esencial o tenga efectos no deseados en
ellas.
Para revolverlo, la NASA lleva meses escribiendo,
revisando y comprobando el código de estas sondas. Finalmente, la actualización
del software ha llegado a Voyager 2, lo que pondrá fin a la confusión a la hora
de aplicar comandos. Más adelante, si todo sale bien, se la añadirán a Voyager
1.
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