Oleg Kononenko rompe el récord absoluto de permanencia en el espacio: 1.111 días en órbita
1.111 días en el espacio. Es el nuevo récord
absoluto de permanencia en órbita que acaba de establecer el astronauta ruso
Oleg Kononenko, que este lunes ha regresado a tierra a bordo de una nave Soyuz
MS-25 junto con la estadounidense Tracy C. Dyson y su compatriota Nicolai Chub.
Kononenko, que con la actual ha completado cinco misiones en la Estación
Espacial Internacional (EEI), arrebató de largo la marca que antes ostentaba el
también ruso Guennadi Padalka, que permaneció en el espacio 878 días.
Este, sin embargo, no fue el único récord que se ha
batido. Tanto Kononenko como Chub cumplieron el pasado viernes 375 días de
estancia continuada en la Estación Espacial Internacional, rompiendo el
registro que hasta ahora ostentaban los cosmonautas rusos Serguéi Prokópiev y
Dmitri Petelin, y el astronauta estadounidense Francisco Rubio, cuya misión se
extendió durante 374 jornadas.
En cualquier caso, el récord de permanencia en una
nave orbital lo siguen ostentando los rusos Valeri Poliakov y Serguéi Avdéev,
que permanecieron, respectivamente, 437 y 380 días a bordo de la antigua
estación espacial MIR.
Oleg Kononenko, de 59 años, realizó su primer vuelo
espacial en el 2008 y desde entonces ha cumplido cinco misiones en la EEI. En
declaraciones a la agencia TASS, aseguró que el hombre debe construir en el
futuro una estación que sea «una auténtica casa espacial», más grande y
confortable, y menos dependiente de la Tierra.
Para ello, recomendó perfeccionar los sistemas de
regeneración de agua, de suministro de oxígeno y de reciclado de la basura
espacial. Estas mejoras podrían hacer
que la vida en el espacio sea más sostenible y cómoda para los futuros
astronautas. A lo largo de su carrera, ha demostrado una dedicación y un
compromiso excepcionales con la exploración espacial.
A bordo de la Soyuz que este lunes aterrizó en la
estepa de Kazajistán también se encontraba la astronauta estadounidense Tracy
C. Dyson, que completó así su tercer vuelo espacial. Mientras estuvo a bordo
del laboratorio en órbita, Dyson llevó a cabo múltiples actividades científicas
y tecnológicas, incluida la operación de una bioimpresora 3D para imprimir
muestras de tejido cardíaco, lo que podría hacer avanzar la tecnología para
crear órganos y tejidos de reemplazo para trasplantes en la Tierra.
Dyson también participó en la cristalización de
proteínas modelo para evaluar el rendimiento del hardware que podría usarse
para la producción farmacéutica y dirigió un programa que utilizó software
diseñado por estudiantes para controlar los robots de vuelo libre de la
estación, inspirando a la próxima generación de innovadores.
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