Cae nieve rosa en la Antártida
La Antártida está registrando un extraño fenómeno natural que ha dejado perplejos a los científicos: la aparición de grandes extensiones de nieve teñida de rosa. Aunque a primera vista puede parecer un espectáculo inofensivo o incluso bello, los expertos advierten de que se trata de un proceso biológico con importantes consecuencias para el ecosistema polar.
El fenómeno, conocido
como "sangre de los glaciares" o "nieve de
sangre", se debe a la presencia de microalgas del tipo Sanguina
nivaloides. Estas diminutas formas de vida han conseguido adaptarse a las
condiciones extremas del continente helado, aprovechando las etapas de deshielo
para proliferar sobre la superficie de la nieve.
Pigmentos protectores
que transforman el paisaje
Estas microalgas no
son rojas en sí mismas, pero producen pigmentos especiales llamados
astaxantina que las protegen del sol y de la radiación ultravioleta. Estos
pigmentos son los que tiñen la nieve de un llamativo color rosado,
cambiando el aspecto habitual de los glaciares y alterando su capacidad de
reflexión solar.
Según un estudio
publicado en Microbiology Ecology, la nieve blanca refleja hasta el
90% de la luz solar, lo que ayuda a mantener las temperaturas bajas y frena
el derretimiento. Sin embargo, las zonas rosadas absorben más calor, lo
que acelera el deshielo y desencadena un ciclo de retroalimentación.
Una amenaza creciente
para el equilibrio polar
La proliferación de Sanguina
nivaloides provoca que cada año se pierdan millones de toneladas de nieve.
A medida que el hielo se derrite, aparecen nuevas áreas húmedas que facilitan
aún más la expansión de estas algas, lo que agrava el problema.
Los investigadores
advierten de que este fenómeno, lejos de ser anecdótico, podría tener
consecuencias graves para el equilibrio climático en una de las regiones
más sensibles del planeta. El aumento del deshielo antártico contribuye al
ascenso del nivel del mar y altera los patrones de circulación atmosférica
global.
Un fenómeno visual
impactante pero preocupante
Aunque la imagen de la
nieve teñida de rosa pueda resultar atractiva a los ojos, la ciencia insiste en
que no se trata de un simple capricho de la naturaleza, sino de una
advertencia visible del impacto del cambio climático sobre los ecosistemas
más frágiles del planeta.
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